viernes, 17 de agosto de 2007

EMPLEO PRECARIO Y CRECIMIENTO ECONÓMICO: ¿PUNTO DE INFLEXIÓN?

EMPLEO PRECARIO Y CRECIMIENTO ECONÓMICO: ¿PUNTO DE INFLEXIÓN?
JULIO GAMERO
ECONOMISTA, PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE INGENIERÍA, FIECS

En el último año, el empleo formal viene creciendo a tasas de alrededor del 7 – 8% anual. Frente a un crecimiento económico de similares cifras, se podría pensar que en pocos meses el “chorreo” económico pasaría de la especulación a la concreción. Sin embargo, si se analiza con más detenimiento lo que está aconteciendo en materia de empleo, como se parte de una base tan alta de precariedad laboral la mejora efectiva va a requerir no sólo de crecimiento del PBI sino de cambios institucionales.

El mercado laboral en la actualidad: características y estructura

La hiperfinflación y recesión del primer gobierno de A. García marcó el inicio de la precarización del mercado laboral. El gobierno de Fujimori, añadiría a dicho ingrediente los cambios institucionales –flexibilización de la legislación laboral, afectación de derechos sindicales- que acabarían dando forma a una figura que, en términos generales, aún se mantiene: bajísimos niveles de sindicalización, extensión de la microempresa de sobrevivencia, escasa cobertura de la seguridad social y elevada rotación de la mano de obra, particularmente la menos calificada.

Como se observa en el Gráfico 1, una primera característica de la situación laboral actual es que los asalariados –estatales y privados- no son la mayoría de integrantes. Los independientes no profesionales y los trabajadores familiares no remunerados (TFNR) son 54% de la PEA. La microempresa, entendida por aquella que da empleo entre 2 a 9 trabajadores involucra a cerca del 19% de la PEA mientras que el sector moderno, propiamente dicho, estaría incluyendo al 23% aunque en el Perú urbano dicha categoría crece hasta un 31%.

Gráfico 1
Estructura del mercado laboral peruano




















La presencia de un elevado porcentaje de la PEA en condiciones no salariales junto con el predominio de una microempresa de menos de 4 trabajadores se correlaciona, muy estrechamente, con la permanencia de una elevada tasa de informalidad, entre un 55% y un 60% de la PEA urbana. De otro lado, la debilidad en las relaciones laborales formales, va asociada a la baja cobertura en el acceso a algún sistema de seguro de salud y de jubilación pero, también, con la presencia de una gran cantidad de asalariados privados que carecen de algún contrato de trabajo!, como se observa en el Gráfico 2

Gráfico 2
Perú 2006: Distribución % de los asalariados privados según tipo de contratop
p/ Cifras preliminares
1/ Incluye a las personas bajo Convenios de Formación Laboral Juvenil / Prácticas Preprofesionales, Contratos de Aprendizaje, Contrato por Locación de Servicios y los trabajadores en periodo de prueba.
Fuente: INEI - ENAHO IV trimestre 2006
Elaboración: MTPE - Programa de Estadísticas y Estudios Laborales

Otra característica relevante, y que explica la persistencia de una elevada tasa de subempleo por ingresos es la heterogeneidad en la estructura productiva del país. Como se observa en el Gráfico 3, de acuerdo con la teoría económica, se presenta una alta correlación entre la productividad con los ingresos sectoriales. Es por ello que la minería y la energía aparecen liderando esos dos indicadores mientras que la agricultura aparece en el extremo opuesto y la manufactura al medio. Los sectores como el de comercio y servicios se encuentran, también, hacia el lado de las actividades con menos productividad y remuneraciones. Son, por lo demás, los sectores donde se concentran la gran mayoría del universo de microempresas, de los independientes no calificados y del trabajo familiar no remunerado.

Si por el lado de la productividad y de los ingresos, la minería se encuentra en el extremo superior mientras la agricultura, en el opuesto; en materia de empleo involucrado sucede totalmente lo contrario. Más de un tercio de la PEA se localiza en dicha actividad pero con el nivel más bajo de ingresos/ productividad. Aquí se encuentra la explicación estructural de la persistencia de la pobreza e indigencia en nuestras áreas rurales, particularmente en los Andes.


Gráfico 3
Fuente: MTPE y ENAHO 2002
Elaboración: propia

El crecimiento del empleo formal, ¿qué significa?

Después de un prolongado interregno, tras la crisis recesiva de 1998 y que se prolongó hasta fines del 2001, el empleo en las empresas de más de 10 trabajadores comenzó a recuperarse, con elementos diferenciadores. El primero de ellos, concentrado en una expansión mayor del empleo en las provincias costeras –por el dinamismo de la agricultura de exportación- y en aquellas ciudades relacionadas con la actividad minera. Esta situación se mantuvo constante hasta fines del 2005 y, por ello, el empleo en Lima venía recuperándose pero a tasas inferiores que en el área urbana nacional.

En el 2006 se produce un cambio importante. El empleo en la capital continuó creciendo, pero con tasas superiores a las del resto urbano; situación que estaría siendo explicada por el creciente dinamismo de la demanda interna dados los mayores efectos multiplicadores que tiene ella en comparación con las exportaciones, más aún cuando estas no contienen mayor valor agregado.

Tal como se puede observar entre el Gráfico 4 y el 5, mientras la PEA ocupada ha crecido en el último año en un 4,3%, el empleo localizado en las empresas de más de 10 trabajadores, empleo formal para todo efecto, continúa creciendo a tasas que median del 7 al 8%. Esto estaría significando que el empleo en el sector informal de la economía –microempresas de sobrevivencia, trabajo independiente no calificado y trabajo familiar no remunerado- estaría creciendo a tasas menores a las de dicho promedio general. Esto podría marcar un punto de inflexión en términos de la calidad del empleo que se ha venido generando en los últimos 15 años. El empleo en las empresas formales estaría recuperando una mayor participación en la estructura del mercado laboral pero reconociendo que dicha tendencia no es sinónimo, necesariamente, ni de empleo adecuado ni decente, en términos del concepto acuñado por la OIT


Gráfico 4


Gráfico 5


















Fuente: MTPE, IEM varios números
Elaboración: Propia


A comienzos del 2006, se ha recobrado el índice de empleo que hubo en diciembre de 1997. Al término del primer trimestre del 2007, dicho índice se encontraba 10% por encima de dicho nivel lo cual estaría reflejando un cambio en la tendencia de los noventa. Sin embargo, en tanto que el empleo en este sector, el moderno, se redujo drásticamente como secuela de la hiperinflación, recesión y ajuste estructural, su participación en la estructura del mercado laboral no es tan fuerte como antes. En términos simples, si el empleo en el sector de las empresas de más de 10 trabajadores crece a una tasa del 5%, hoy sólo impactará 1% en el crecimiento del empleo total del país. Y como se observa en el Gráfico 2, no hay una sinonimia perfecta entre empleo en empresas formales con trabajo decente


Gráfico 6

Fuente: MTPE, IEM, varios números
Elaboración: Propia

Como se ha observado, es importante que el empleo en el sector formal se recupere pero el crecimiento económico no es suficiente. Se requieren cambios legislativos para modificar el arreglo laboral que fue impuesto por la reforma laboral de comienzos de los noventa y que, a la fecha, no ha sufrido una modificación sustantiva. Y de otro lado, políticas explícitas de apoyo a la microempresa urbana y a la pequeña producción rural. Es necesario, de manera conjunta: mejorar la calidad del empleo en el sector moderno y aumentar la productividad de los sectores menos dinámicos. En ambos casos, la realidad ha demostrado que dejar al mercado la solución de dichos problemas es, simplemente, no solucionar nada.

La discusión de la Ley General del Trabajo y las resistencias ante ella de parte de la clase política - en el Congreso y en el Ejecutivo- y del poder económico son una indicación clara que sin una contraparte organizada de trabajadores que presione, por iniciativa propia del gobierno, no habrá modificaciones al ordenamiento laboral de los noventa. La debilidad en el actor, trabajador organizado, aparece como la explicación central ya que con una tasa de sindicalización que apenas llega al 8 -9% -cuando era del 44% en la década de los ochenta- el statu quo no va a sentir una presión social real para incorporar modificaciones en pro de un ordenamiento laboral más equitativo.

Lo que acontece con la discusión sobre la remuneración mínima es bastante elocuente. Un sector empresarial que no quiere aumentarlo, aduciendo que ello violenta los mecanismos de mercado y, de otro lado, que tal medida afectaría a las microempresas. El asunto es, si menos del 10% de asalariados sindicalizables tienen cobertura de negociación colectiva, el restante 90% como hace para que aumenten sus remuneraciones?

El Gráfico 6 estaría ilustrando la respuesta a dicha pregunta: no puede hacer nada (y las empresas, voluntariamente no estarían mejorando las remuneraciones de esos segmentos laborales)… y por ello el promedio general de sueldos y salarios no ha mejorado sus niveles previos a los de hace 11 años!

En suma, el crecimiento económico no bastaría para mejorar cualitativamente el empleo. Se requieren cambios legislativos: un nuevo contrato laboral, que concilie equidad con competitividad. Y este aspecto, requiere concentrar esfuerzos en el lado derecho del Gráfico que ilustra la distribución de la productividad sectorial. Si no se eleva la productividad de la microempresa urbana, de la pequeña producción rural, el empleo en su conjunto no logrará una mejora plena.

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