martes, 28 de agosto de 2007

NEGOCIACION COLECTIVA: SITUACION ACTUAL, COMO PROMOVERLA Y NEGOCIACIÓN POR RAMA DE ACTIVIDAD.

NEGOCIACION COLECTIVA: SITUACION ACTUAL, COMO PROMOVERLA Y NEGOCIACIÓN POR RAMA DE ACTIVIDAD.
Paúl Bernardo Castellanos Córdova
PLADES
La situación del derecho a la Negociación Colectiva en el Perú, tiene relación directa con la situación actual del Derecho a la Libertad Sindical en el Perú y en el mundo. La libre sindicación, la negociación colectiva y la huelga están muy relacionados, no siendo posible el ejercicio de uno de dichos derechos, sin la posibilidad de ejercer el otro. A partir de la reforma en la normativa laboral ocurrida entre los años 1992 y 1993, con la aprobación del Decreto Legislativo Nº 728, Ley de Productividad y Competitividad Laboral y el Decreto Ley Nº 25593, Ley de Relaciones Colectivas (LRC), entre otras leyes, (que permitieron, los ceses colectivos, el despido arbitrario, mayor flexibilización en la contratación, la desaparición de garantías para ejercer la Libertad Sindical, etc.), se precipitó la caída de la tasa de afiliación sindical. Quizá no sea el único de los factores que contribuyeron en dicha reducción pero esta normativa claramente adversa al ejercicio de la Libertad Sindical, creemos tuvo un papel determinante en dicha caída.




Como se ve en el cuadro anterior la reducción en la tasa de afiliación significó también la reducción de la tasa de negociación colectiva. Asimismo la cantidad de sindicatos nuevos decreció, aumentando la cantidad de registros sindicales cancelados, como se aprecia en el siguiente cuadro :

De hecho el año 1993 el Comité de Libertad Sindical formulo al menos 16 observaciones a la LRC por contener incompatibilidades con los Convenios OIT 87 y 98. La Ley 27912 del año 2003 levantó algunas de dichas observaciones y recientemente (2006-2007) a nivel reglamentario se han efectuado también algunas modificaciones. Asimismo, el año 2002 la Sentencia del Tribunal Constitucional Exp. 1124-2001/AA, en el caso Telefónica señaló que el despido incausado es inconstitucional.
Según datos del Ministerio de Trabajo la cantidad de trabajadores asalariados habría aumentado en los últimos años, a partir del 2002, sin embargo el número de Convenios Colectivos registrados no habría aumentado en la misma proporción, tal como se observa en el siguiente cuadro :

Elaboración PLADES. Fuente: Estadísticas MTPE
Esto podría revelar que los trabajadores están intentando organizarse con el fin de mejorar sus condiciones laborales, sin embargo pese a ello les es muy difícil aún a las jóvenes organizaciones sindicales celebrar convenios colectivos con sus empleadores. Las dificultades para la negociación se manifiestan en hechos de diverso tipo, la negativa del empleador en aceptar al sindicato como contraparte para establecer las condiciones económicas y sociolaborales, la falta de facilidades para las actividades sindicales: la negativa a licencia sindical, al descuento de la cuota sindical, a brindar información para la negociación colectiva, los incentivos económicos a los no sindicalizados, y los propios actos de represalia antisindical, actos de hostilidad, despidos, etc. Desde el Estado, a través del Ministerio de Trabajo, hay también diversas trabas que impiden el ejercicio efectivo de la negociación colectiva y de la propia Libertad Sindical en general, como es la discrecionalidad e incluso arbitrariedad, tanto para acceder al registro de un sindicato nuevo, como para considerar el ejercicio a huelga como procedente, impidiendo esto último que el sindicato pueda equilibrar las relaciones de poder con el empleador.
La situación adversa en el plano legal podría mejorar en forma sustancial, con la aprobación de la Ley General del Trabajo, que establece mejores y mayores garantías para el ejercicio de la libertad sindical y por ende de la negociación colectiva. Además, desde el estado podría abordarse seriamente una política de fomento a la negociación colectiva (según el mandato constitucional del Art. 28º), difundiendo entre empresarios, trabajadores y ciudadanía en general las ventajas que ofrece la negociación colectiva: 1) La autoregulación especializada y democrática por parte de los actores laborales de las condiciones de trabajo, permitiría elevar efectivamente y de modo sostenible la productividad; 2) La Negociación Colectiva permite a empleadores y trabajadores llegar a acuerdos constructivos, conciliando los intereses de unos y otros, evitando confrontaciones, que resultan costosas para ambas partes, y en su caso si afectarían negativamente la productividad; 3) La negociación colectiva, el dialogo social permitiría a los actores laborales plasmar en forma consensuada sus intereses y expectativas en las políticas estatales, que se expresan principalmente en leyes y regulaciones, lo que revelaría un alto nivel de integración social. Un ejemplo de ello es el Consejo Nacional del Trabajo; 4) Permite un ajuste periódico de salarios y favorece la redistribución de ingresos.
Por otro lado, la tercerización, la intermediación, la temporalidad en la contratación, entre otras expresiones de flexibilidad laboral, dificultan seriamente la organización de los trabajadores y por ello la posibilidad de tener negociación colectiva para los trabajadores sujetos a estas condiciones. Esto último podría encontrar alternativas a través de un modelo de negociación colectiva a nivel de rama de actividad o articulada, sin embargo actualmente esta posibilidad resulta muy difícil de realizar, pues la LRC tuvo entre uno de sus objetivos principales privilegiar la negociación a nivel de empresa y desaparecer la negociación de rama, estableciendo entre otras cosas: 1) Que ambas partes debían ratificar su voluntad de seguir negociando a nivel de rama de actividad. De no haber acuerdo la negociación debía llevarse a nivel de empresa; 2) Que la negociación colectiva debía incluir como materia de negociación la revisión de todos los pactos y convenios colectivos vigentes sobre condiciones de trabajo y remuneraciones. Estas disposiciones fueron derogadas por la Ley 27912 antes referida.
Sin embargo, durante su vigencia dichas disposiciones contribuyeron a la desaparición de la negociación de rama en el sector privado. No es hasta el 09 de septiembre de 2004, con la celebración entre la Federación de Trabajadores en Construcción Civil (FTCCP) y la Cámara Peruana de la Construcción (CAPECO) del Convenio de Rama del Sector, que reaparece la negociación a este nivel en Perú. Es importante señalar el papel del Tribunal Constitucional en este hecho, que mediante Sentencia Nº 0261-2003-AA/TC, del 26 de marzo del/2003, estableció que es inconstitucional y contrario al Convenio 98º de OIT establecer que existiendo un nivel de negociación por rama de actividad, en caso las partes no convenga mutuamente en seguir negociando en dicho nivel, ésta deba realizarse a nivel de empresa, además señaló que dada las especiales condiciones de estos trabajadores (su trabajo depende de la ejecución de una obra, tienen múltiples empleadores), la única posibilidad que estos trabajadores tengan posibilidad de negociación colectiva es en el nivel de rama de actividad. A partir del 2004 se han celebrado tres Convenios Colectivos de rama en este sector.
Convenios Colectivos de Rama de Actividad Construcción Civil
Fecha de Celebración Pliegos Vigencia
09/09/2004 1997, 1998, 1999, 2000 y 2004 01/06/2004 - 31/05/2005
27/06/2006 2006-2007 01/06/2006 - 31/05/2007
25/07/2007 2007-2008 01/06/2007 - 31/05/2008
Este es el único caso que conocemos de negociación colectiva articulada, es decir donde existe negociación en dos niveles distintos: el de rama de actividad y el de empresa. La FTCCP ha logrado a través de los Comités de Obra y sus Sindicatos afiliados, celebrar convenios colectivos en proyectos de construcción civil de importante envergadura, que vienen a complementar las condiciones o beneficios logrados en la negociación del Sector. Encontramos los siguientes casos:
1. El 2002 y 2003 Convenios celebrados con Techint S.A., (encargada dea la construcción del ducto del gas de Camisea por Transportadora de Gas del Perú – TGP).
2. El 2004 Convenio celebrado con la Asociación SKANSKA – COSAPI – SHIZAKI, para la obra de Construcción del proyecto Central Hidroeléctrica Yuncán.
3. El 2006 Convenio Celebrado con Minera San Martín, para la obra de la planta de licuefacción de gas natural en Pampa Melchorita, encargado por el Consorcio Perú LNG (SK Corporation de Corea del Sur y Repsol YPF de España).
Se han presentado pliegos de reclamos a CONIRSA (Odebrecht, JJC Contratistas, Ingenieros Civiles y Contratistas General (ICCGSA), y Graña y Montero) que desarrolla el proyecto de la carretera interoceánica sur y a la empresa Concesionaria Trasvase Olmos S.A. – CTO, Constructora Norberto Odebrecht S.A. Según sabemos en ambos casos aún no se ha celebrado los Convenios Colectivos en dicho nivel.
Además del anterior sólo habrían otros dos casos de negociación por rama de actividad: 1) El caso del sector pesquero con el Convenio celebrado el 12 de marzo del 2007 con vigencia de 5 años, entre el Sindicato único de Pescadores de Nuevas Embarcaciones el Perú – SUPNEP y la Asociación de Armadores de Nuevas Embarcaciones Pesqueras – AANEP ; y 2) El Acuerdo celebrado en 2006 entre el Sindicato Único de Trabajadores Marítimos y Portuarios del Puerto del Callao y la Asociación Peruana de Agentes Marítimos y la Asociación Peruana de Operadores Portuarios .
Finalmente, en Abril del 2007 la Federación de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Siderúrgicos del Perú (FTMMSP), luego de desarrollar una importante acción de lucha sindical a nivel nacional, lograron celebrar un acuerdo con el estado peruano a través del MTPE, que si bien no podría considerarse un Convenio Colectivo de Rama de Actividad, pues no participó de la firma el sector de empresarios, estableció para el gobierno una serie de compromisos de carácter político en temas y materias de alta conflictividad entre los actores laborales, muchos de los cuales tendrían efectos a nivel de todos los sectores de la economía, como son: iniciativas legislativas del gobierno para regular la tercerización, la participación de los trabajadores en las utilidades de la empresa, la participación sindical en la determinación de las jornadas de trabajo; y otras sólo para el sector minero . Si bien esto marca el inicio de importantes acciones de la FTMMSP y otros sindicatos, como la paralización de la CGTP el 11 de julio del 2007, para incidir en la determinación de políticas estatales en materia sociolaboral, revela aún la necesidad que tienen los sindicatos de acudir a la intervención directa del estado para regular materias, que pudieron haberse negociado con el empresariado y plasmado en convenios colectivos de rama de actividad.

¿DERECHOS LABORALES CONTRA EL EMPLEO?

En la reciente discusión de la Ley General del Trabajo, los neoliberales y el Premier Jorge del Castillo han sustentado su resistencia a las limitadas mejoras planteadas a los derechos laborales, aduciendo que esto impide o dificulta la creación de empleos. NO es verdad. Nos quieren vender gato por liebre.

Costos laborales y empleo

Los neoliberales dicen que las empresas contratarían más si los trabajadores ganaran menos y tuvieran menos derechos. Afirman que las gratificaciones, vacaciones, contribuciones a la seguridad social y demás beneficios son “sobrecostos”, que encarecen la planilla e impiden que haya más empleo.

La verdad es que las gratificaciones y vacaciones son solamente un salario pagado de otra manera. Reducir esos beneficios sería simplemente reducir los salarios. En el caso de los pagos a la seguridad social, la mayor parte de estos, orientada a las pensiones, la paga el trabajador y no la empresa.

Los empresarios retrógrados y Del Castillo dicen que para que haya más empleo, solo puede hacerse reduciendo los costos laborales, es decir, con cholo barato y explotado. No es así, ¿o acaso en los países europeos no hay empleo para todos con buenos salarios y derechos laborales? Su argumento es solo un pretexto para que los trabajadores sigan sin derechos y sin sindicatos, y así ellos poder mantener los salarios bajos y las altísimas ganancias que hoy obtienen.

En efecto, los costos laborales en el Perú, incluyendo los salarios y los demás pagos que deben hacer las empresas por seguridad social y otros, son de los más bajos en América Latina. Además, mientras en países vecinos (hacer grafico en base a estadísticas del panorama laboral de América latina, cuadro 9) el crecimiento económico de los últimos años ha llevado a un aumento de los salarios, en el Perú tenemos crecimiento económico y aumento de la productividad, pero sin que los salarios mejoren.

Derechos, flexibilidad y costos

Los neoliberales también insisten en que tiene que hacerse aún más fácil y barato despedir trabajadores. Le han puesto la puntería a la ley que establece que, en caso de despido arbitrario, es decir injustificado, la empresa debe pagarle al trabajador un sueldo y medio por año de servicio hasta un máximo de 18 sueldos.

Pero en esta propaganda, ocultan varias cosas. La primera es que en el Perú apenas uno de cada diez trabajadores asalariados tiene un contrato de duración indefinida, que son los que tienen este derecho. El 90% no lo tiene. También ocultan que las indemnizaciones son solamente para quienes son despedidos INJUSTIFICADAMENTE. Quienes son despedidos con justificación, porque no cumplen sus obligaciones laborales o porque a la empresa le va mal o cambió su tecnología, no tienen derecho a indemnización. Por cierto, muy pocos – menos del 5% - de esos trabajadores con contrato de trabajo indefinido despedidos reciben una indemnización por despido injustificado. Muchos de ellos no porque su despido sea justificado, sino por las enormes dificultades que tienen en reclamar sus derechos.

¿Porque entonces les importa tanto a los empresarios retrógrados poder despedir con facilidad? Porque mientras puedan hacerlo, la posibilidad de los trabajadores de organizar sindicatos y reclamar colectivamente será muy poca: al primer intento de organizar un sindicato, los despiden. Lo que les interesa a estos empresarios retrógrados es poder comportarse como dictadores en su empresa, abusar de los trabajadores y obtener ganancias enormes.

¿De que depende que haya más empleo?

Pero sobretodo está equivocada la argumentación de los neoliberales y Del Castillo. Las empresas tienen más puestos de trabajo cuando hay más ventas y más producción. Si un taller de carpintería tiene más pedidos, puede alargar su jornada de trabajo por un tiempo, pero luego contratará más trabajadores. Si una empresa de confecciones puede colocar más camisas en el mercado, necesita más trabajadores.

La clave para aumentar el empleo no es reducir los salarios, empobrecer la seguridad social o quitarle vacaciones a los trabajadores. Lo fundamental es que aumente la producción, que las empresas sean más competitivas, y para ello hace falta capacitar a los trabajadores, promover el avance tecnológico, ampliar el acceso a mercados del exterior y ampliar el mercado interno.

Los neoliberales creen que bajando los costos laborales puede aumentarse la competitividad. Es verdad que reducir salarios, gratificaciones o vacaciones reduciría el costo para las empresas. Pero eso funcionaría una sola vez. En cambio, los países y empresas exitosas son las que están permanentemente elevando la productividad y calidad de sus productos, los que todos los años sacan nuevos modelos de carros más avanzados, nuevos aparatos electrónicos, nuevas técnicas de producción. Para eso se necesita sistemas de innovación tecnológica y trabajadores en capacitación constante, motivados a producir más y mejor, para lo cual buenos salarios, condiciones de trabajo y un clima de trabajo favorable son fundamentales.



RECUADRO: Costos no salariales

La definición de salario según la legislación laboral tiene dos requisitos: retribución o pago por el trabajo efectuado, y libre disponibilidad de esa retribución. Por tanto, las gratificaciones y el pago por vacaciones son parte de la remuneración total que se percibe por el trabajo total efectuado, digamos un año. En el caso de Perú, se pagan 15 remuneraciones mensuales por 11 meses de trabajo cada año.

Los aportes o contribuciones (CTS, EsSalud, Seguro por accidentes o de vida, SENATI en caso de Manufactura, aportes a sistemas de pensiones) son los costos no salariales: no son de libre disponibilidad del trabajador.

Los costos no salariales se pueden clasificar en: a) costos de transacción, como la indemnización por despido arbitrario y gastos de contratación, selección, registros; b) de protección, como Pensiones, EsSalud, CTS, seguro de accidentes o de vida; y finalmente, c) de capacitación, como los aportes a servicios de capacitación sectoriales (SENATI, SENCICO, etc) más el entrenamiento y capacitación en las empresas.

Al calcular la proporción del total de Costo Laboral No Salarial sobre la remuneración no se deben incluir los pagos por gratificaciones y vacaciones. Con ello, el porcentaje de CLNS sobre el salario (igual a 100) se encuentra en alrededor de 30%, y no por encima de 50% como se acostumbra indicar. Véase el Cuadro 1.

Cuadro 1
Costo laboral no salarial sobre el salario (=100) según componentes
y régimen de administración de pensiones (%)
Régimen CLNS real 1/ CLNS inflado 2/
En AFP 29.6 52.0
En ONP 31.6 54.0




1/ Abarca principalmente CTS, pensiones, EsSalud.
2/ Se añaden dos meses de gratificaciones y uno de vacaciones como costo no salarial.
¿DERECHOS LABORALES CONTRA EL EMPLEO?

En la reciente discusión de la Ley General del Trabajo, los neoliberales y el Premier Jorge del Castillo han sustentado su resistencia a las limitadas mejoras planteadas a los derechos laborales, aduciendo que esto impide o dificulta la creación de empleos. NO es verdad. Nos quieren vender gato por liebre.

Costos laborales y empleo

Los neoliberales dicen que las empresas contratarían más si los trabajadores ganaran menos y tuvieran menos derechos. Afirman que las gratificaciones, vacaciones, contribuciones a la seguridad social y demás beneficios son “sobrecostos”, que encarecen la planilla e impiden que haya más empleo.

La verdad es que las gratificaciones y vacaciones son solamente un salario pagado de otra manera. Reducir esos beneficios sería simplemente reducir los salarios. En el caso de los pagos a la seguridad social, la mayor parte de estos, orientada a las pensiones, la paga el trabajador y no la empresa.

Los empresarios retrógrados y Del Castillo dicen que para que haya más empleo, solo puede hacerse reduciendo los costos laborales, es decir, con cholo barato y explotado. No es así, ¿o acaso en los países europeos no hay empleo para todos con buenos salarios y derechos laborales? Su argumento es solo un pretexto para que los trabajadores sigan sin derechos y sin sindicatos, y así ellos poder mantener los salarios bajos y las altísimas ganancias que hoy obtienen.

En efecto, los costos laborales en el Perú, incluyendo los salarios y los demás pagos que deben hacer las empresas por seguridad social y otros, son de los más bajos en América Latina. Además, mientras en países vecinos (hacer grafico en base a estadísticas del panorama laboral de América latina, cuadro 9) el crecimiento económico de los últimos años ha llevado a un aumento de los salarios, en el Perú tenemos crecimiento económico y aumento de la productividad, pero sin que los salarios mejoren.

Derechos, flexibilidad y costos

Los neoliberales también insisten en que tiene que hacerse aún más fácil y barato despedir trabajadores. Le han puesto la puntería a la ley que establece que, en caso de despido arbitrario, es decir injustificado, la empresa debe pagarle al trabajador un sueldo y medio por año de servicio hasta un máximo de 18 sueldos.

Pero en esta propaganda, ocultan varias cosas. La primera es que en el Perú apenas uno de cada diez trabajadores asalariados tiene un contrato de duración indefinida, que son los que tienen este derecho. El 90% no lo tiene. También ocultan que las indemnizaciones son solamente para quienes son despedidos INJUSTIFICADAMENTE. Quienes son despedidos con justificación, porque no cumplen sus obligaciones laborales o porque a la empresa le va mal o cambió su tecnología, no tienen derecho a indemnización. Por cierto, muy pocos – menos del 5% - de esos trabajadores con contrato de trabajo indefinido despedidos reciben una indemnización por despido injustificado. Muchos de ellos no porque su despido sea justificado, sino por las enormes dificultades que tienen en reclamar sus derechos.

¿Porque entonces les importa tanto a los empresarios retrógrados poder despedir con facilidad? Porque mientras puedan hacerlo, la posibilidad de los trabajadores de organizar sindicatos y reclamar colectivamente será muy poca: al primer intento de organizar un sindicato, los despiden. Lo que les interesa a estos empresarios retrógrados es poder comportarse como dictadores en su empresa, abusar de los trabajadores y obtener ganancias enormes.

¿De que depende que haya más empleo?

Pero sobretodo está equivocada la argumentación de los neoliberales y Del Castillo. Las empresas tienen más puestos de trabajo cuando hay más ventas y más producción. Si un taller de carpintería tiene más pedidos, puede alargar su jornada de trabajo por un tiempo, pero luego contratará más trabajadores. Si una empresa de confecciones puede colocar más camisas en el mercado, necesita más trabajadores.

La clave para aumentar el empleo no es reducir los salarios, empobrecer la seguridad social o quitarle vacaciones a los trabajadores. Lo fundamental es que aumente la producción, que las empresas sean más competitivas, y para ello hace falta capacitar a los trabajadores, promover el avance tecnológico, ampliar el acceso a mercados del exterior y ampliar el mercado interno.

Los neoliberales creen que bajando los costos laborales puede aumentarse la competitividad. Es verdad que reducir salarios, gratificaciones o vacaciones reduciría el costo para las empresas. Pero eso funcionaría una sola vez. En cambio, los países y empresas exitosas son las que están permanentemente elevando la productividad y calidad de sus productos, los que todos los años sacan nuevos modelos de carros más avanzados, nuevos aparatos electrónicos, nuevas técnicas de producción. Para eso se necesita sistemas de innovación tecnológica y trabajadores en capacitación constante, motivados a producir más y mejor, para lo cual buenos salarios, condiciones de trabajo y un clima de trabajo favorable son fundamentales.



RECUADRO: Costos no salariales

La definición de salario según la legislación laboral tiene dos requisitos: retribución o pago por el trabajo efectuado, y libre disponibilidad de esa retribución. Por tanto, las gratificaciones y el pago por vacaciones son parte de la remuneración total que se percibe por el trabajo total efectuado, digamos un año. En el caso de Perú, se pagan 15 remuneraciones mensuales por 11 meses de trabajo cada año.

Los aportes o contribuciones (CTS, EsSalud, Seguro por accidentes o de vida, SENATI en caso de Manufactura, aportes a sistemas de pensiones) son los costos no salariales: no son de libre disponibilidad del trabajador.

Los costos no salariales se pueden clasificar en: a) costos de transacción, como la indemnización por despido arbitrario y gastos de contratación, selección, registros; b) de protección, como Pensiones, EsSalud, CTS, seguro de accidentes o de vida; y finalmente, c) de capacitación, como los aportes a servicios de capacitación sectoriales (SENATI, SENCICO, etc) más el entrenamiento y capacitación en las empresas.

Al calcular la proporción del total de Costo Laboral No Salarial sobre la remuneración no se deben incluir los pagos por gratificaciones y vacaciones. Con ello, el porcentaje de CLNS sobre el salario (igual a 100) se encuentra en alrededor de 30%, y no por encima de 50% como se acostumbra indicar. Véase el Cuadro 1.

Cuadro 1
Costo laboral no salarial sobre el salario (=100) según componentes
y régimen de administración de pensiones (%)
Régimen CLNS real 1/ CLNS inflado 2/
En AFP 29.6 52.0
En ONP 31.6 54.0




1/ Abarca principalmente CTS, pensiones, EsSalud.
2/ Se añaden dos meses de gratificaciones y uno de vacaciones como costo no salarial.

viernes, 17 de agosto de 2007

¿SALARIO MÍNIMO “VITAL”, O MORTAL?

Armando Mendoza

Salario Mínimo Vital: 30 años de desbarajustes


Para darnos una idea de la forma en que en el Perú han evolucionado los ingresos de los trabajadores, tenemos que considerar como el Salario Mínimo Vital se ha comportado en los últimos 30 años.

Los resultados son verdaderamente escandalosos. El Salario Mínimo Vital que hoy perciben los peruanos es apenas una fracción de lo que sus padres y abuelos percibían. Así, al año 2007 el Salario Mínimo Vital es menos de la cuarta parte de lo que era a inicios de los años 70.



Esta deteriorada evolución del Salario Mínimo Vital no hace más que expresar una amarga verdad: que las políticas de sucesivos gobiernos no se han jugado por defender los ingresos de los trabajadores, sino que por el contrario, han optado por cargar sobre las espaldas de estos, los costos y perjuicios de las crisis y recesiones económicas que hemos padecido durante las últimas décadas. Así fue en los años 70, 80 y 90 durante las crisis económicas que padecieron sucesivamente los gobiernos de Morales Bermúdez, Belaunde y Alan García.

También fue así, durante el primer gobierno de Fujimori (1990-1995) con el brutal “fujishock” del año 1992 cuando se cargo a los trabajadores un brutal desembalse de precios realizado sin ninguna previsión de protección social, arrojando a millones de peruanos a la pobreza. Fue en esos años de desesperación, cuando el Salario Mínimo Real toco fondo.

Sin embargo, lo que ha sucedido desde entonces ha sido un fenómeno aún más escandaloso: La economía peruana se ha recuperado y crecido de manera sostenida durante los últimos años. Los ingresos y ganancias de las empresas se han multiplicado. Sin embargo, el Salario Mínimo Vital apenas ha crecido, y hoy sigue prácticamente estancando en el mismo nivel que tenía hace diez años.
Ello significa que para miles de trabajadores la actual bonanza de la economía es un fenómeno ajeno, que pasa de largo sin beneficiarlos, pues ven a sus empleadores y patrones cada vez más ricos, pero que no ven su propia situación mejorar.

De esta forma, la evolución del Salario Mínimo Real en el Perú desde el año 1900 resulta desalentadora en comparación a la de países vecinos. En efecto, mientras en los últimos 15 años el valor del Salario Mínimo Vital en Argentina y Bolivia se ha triplicado y en Chile se ha duplicado, en el Perú apenas ha aumentado en un 50%, crecimiento insuficiente si lo comparamos con el crecimiento del PBI nacional y de los niveles de ingresos de las grandes empresas.



Nuestro país se encuentra, así a la cola de la región en el nivel del Salario Mínimo, puyes actualmente este apenas equivale a US$ 155 dólares mensuales, en tanto que muchos otros países del área, como Chile (US$ 255 dólares), Venezuela (US$ 238 dólares) o incluso Ecuador (US$ 170 dólares mensuales) tiene salarios mínimos superiores, incluso aunque sus economías no han crecido de la forma que lo ha hecho la del Perú.





Los argumentos contra el Salario Mínimo


Durante años, los sectores de la derecha económica y política se han opuesto sistemáticamente a todos los intentos por incrementar el Salario Mínimo, exponiendo para ello diversas razones.

Un argumento que a menudo se ha empleado para justificar la situación deprimida del Salario Mínimo Vital, es que este no importa realmente, pues apenas una fracción de la población trabajadora efectivamente percibe el salario vital. Según este argumento, la enorme mayoría de la población trabajadora se divide en dos grupos

- Aquellos que perciben ingresos muy por encima del Salario Mínimo, por lo que este no les sirve como referencia para fijar sus remuneraciones
- Aquellos que pertenecen a empresas informales y tienen remuneraciones por debajo del Salario Mínimo, por lo que el que este suba o baje tampoco les afecta

Bajo esta óptica neoliberal entonces el Salario Mínimo Vital resulta superfluo: un elemento que no sirve de referencia al mercado laboral, que esta desfasado y que no puede servir para orientar las negociaciones entre los trabajadores y los patrones. Con este argumento, entonces el que el Salario Mínimo aumente no tiene mayor importancia.

Pero además a este argumento, se le agrega otro aún más pernicioso: que el Salario Mínimo Vital actúa como barrera para la formalización de las pequeñas y micro empresas informales, las cuales desean regularizar la situación de sus trabajadores, pero que son incapaces de garantizar el pago del Salario Mínimo. Bajo este otro argumento, entonces incrementar el Salario Mínimo resulta incluso dañino, pues hace más difícil la formalización de las empresas, marginándolas a subsistir en la informalidad.

Es con estos argumentos que los sectores vinculados a los grandes intereses económicos se han opuesto y aún se oponen a las propuestas para incrementar el Salario Mínimo, agregando asimismo un tercer argumento: que un alza de este significaría mayores costos para miles de empresas, forzándolas a la recesión y a la quiebra. Así, el Salario Minimo resulta siendo un instrumento perverso que hace daño y perjudica a los trabajadores.

La realidad: necesidad del Salario Mínimo


Los argumentos que los grupos de poder emplean contra el salario mínimo son -en realidad- argumentos carentes de sustento, que apelan a mantener un esquema de concentración de la riqueza que ha profundizado las brechas entre ricos y pobres.

En efecto, aunque sólo parte del mercado laboral fija directamente sus remuneraciones en función al nivel del Salario Mínimo Vital, este es un importante elemento de referencia que permite a los trabajadores tener una idea de cuanto deberían de solicitar que se incrementen sus remuneraciones, dándoles una herramienta fundamental para negociar sus reivindicaciones laborales adecuadamente.

En segundo lugar, el alegato de que el Salario Mínimo Vital constituye una barrera para la formalización de las empresas, es un absurdo. Si hay empresas que no pueden formalizarse debido a los altos costos, entonces lo que el Estado debe hacer es establecer regimenes especiales que reduzcan los gastos de estas empresas en diversos rubros, por ejemplo, su pago de salarios, tarifas de servicios públicos, licencias de funcionamiento, etc. Pero lo que no se puede pretender es asumir que a los trabajadores de estas empresas hay que seguirles pagando sueldos de hambre para que estas empresas puedan formalizarse.

Pero también es falso el argumento de que incrementar el Salario Mínimo Vital provocara un caos económico, al elevar los costos de las empresas, disminuyendo su competitividad. Lo cierto es que en los últimos años los ingresos de las empresas se han multiplicado exponencialmente, con lo que sus márgenes de utilidad se han expandido. Sólo por citar un ejemplo, entre los años 2001 y 2004 las utilidades de las empresas que cotizan en la Bolsa de Valores de Lima se han multiplicado por nueve, pasando de S/. 680 millones en el 2001 a nada menos que S/. 6,316 millones para el 2004. ¿Y el Salario Mínimo?, apenas aumento en dichos años.

Más aún, considerando que la rentabilidad de las grandes empresaseruanas en el año 2005 ha sido inclusive superior a la de las grandes empresas de Estados Unidos , resulta evidente que bajo estas condiciones resulta inaceptable que sólo los propietarios de las empresas se beneficien de esta mayor prosperidad, en tanto los ingresos de los trabajadores continúan congelados.




Defensa del Salario Mínimo Vital: derecho y necesidad


La conclusión es clara: el Salario Mínimo Vital en el Perú se ha mantenido deprimido por muchos años como resultado de políticas laborales que han privilegiado los intereses del capital frente a los del trabajador. Esta situación, no sólo resulta injusta, sino que además es irracional e insostenible, pues atenta contra un adecuado desarrollo de nuestra economía, al perjudicar y deteriorar la situación de la fuerza de trabajo, que es realmente el elemento clave de la producción. Maquinas, insumos, etc., todo eso, puede suplirse o compensarse. Pero ¿Qué o quién puede compensar al trabajador?.

Las economías de los países más desarrollados se construyeron manteniendo al trabajador anquilosado y sobreexplotado, sino más bien a partir de un proceso de mejorar progresivamente la situación de este trabajador, con mejores salarios, mayores beneficios laborales y crecientes derechos. Es así, como estos países construyeron una fuerza de trabajo eficiente y productiva, que les permite una enorme ventaja competitiva.

Aquí en el Perú, hemos caído en la fantasía de creer que con el “cholo barato” podremos acceder al desarrollo sostenible y que nos convertiremos en una potencia económica en base al uso de mano de obra mal pagada y mal tratada. Que absurdo, que estupido pensar que algo así pueda ocurrir, y que lamentable que hayan sectores económicos y políticos que defiendan así el abuso y la injusticia. Es hora de que los peruanos abandonemos ese concepto equivocado y emprendamos una autentica reforma laboral una de cuyas principales bases tiene que ser el mejorar el Salario Mínimo Vital como paso fundamental para devolverle la dignidad al trabajador peruano.

EMPLEO PRECARIO Y CRECIMIENTO ECONÓMICO: ¿PUNTO DE INFLEXIÓN?

EMPLEO PRECARIO Y CRECIMIENTO ECONÓMICO: ¿PUNTO DE INFLEXIÓN?
JULIO GAMERO
ECONOMISTA, PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE INGENIERÍA, FIECS

En el último año, el empleo formal viene creciendo a tasas de alrededor del 7 – 8% anual. Frente a un crecimiento económico de similares cifras, se podría pensar que en pocos meses el “chorreo” económico pasaría de la especulación a la concreción. Sin embargo, si se analiza con más detenimiento lo que está aconteciendo en materia de empleo, como se parte de una base tan alta de precariedad laboral la mejora efectiva va a requerir no sólo de crecimiento del PBI sino de cambios institucionales.

El mercado laboral en la actualidad: características y estructura

La hiperfinflación y recesión del primer gobierno de A. García marcó el inicio de la precarización del mercado laboral. El gobierno de Fujimori, añadiría a dicho ingrediente los cambios institucionales –flexibilización de la legislación laboral, afectación de derechos sindicales- que acabarían dando forma a una figura que, en términos generales, aún se mantiene: bajísimos niveles de sindicalización, extensión de la microempresa de sobrevivencia, escasa cobertura de la seguridad social y elevada rotación de la mano de obra, particularmente la menos calificada.

Como se observa en el Gráfico 1, una primera característica de la situación laboral actual es que los asalariados –estatales y privados- no son la mayoría de integrantes. Los independientes no profesionales y los trabajadores familiares no remunerados (TFNR) son 54% de la PEA. La microempresa, entendida por aquella que da empleo entre 2 a 9 trabajadores involucra a cerca del 19% de la PEA mientras que el sector moderno, propiamente dicho, estaría incluyendo al 23% aunque en el Perú urbano dicha categoría crece hasta un 31%.

Gráfico 1
Estructura del mercado laboral peruano




















La presencia de un elevado porcentaje de la PEA en condiciones no salariales junto con el predominio de una microempresa de menos de 4 trabajadores se correlaciona, muy estrechamente, con la permanencia de una elevada tasa de informalidad, entre un 55% y un 60% de la PEA urbana. De otro lado, la debilidad en las relaciones laborales formales, va asociada a la baja cobertura en el acceso a algún sistema de seguro de salud y de jubilación pero, también, con la presencia de una gran cantidad de asalariados privados que carecen de algún contrato de trabajo!, como se observa en el Gráfico 2

Gráfico 2
Perú 2006: Distribución % de los asalariados privados según tipo de contratop
p/ Cifras preliminares
1/ Incluye a las personas bajo Convenios de Formación Laboral Juvenil / Prácticas Preprofesionales, Contratos de Aprendizaje, Contrato por Locación de Servicios y los trabajadores en periodo de prueba.
Fuente: INEI - ENAHO IV trimestre 2006
Elaboración: MTPE - Programa de Estadísticas y Estudios Laborales

Otra característica relevante, y que explica la persistencia de una elevada tasa de subempleo por ingresos es la heterogeneidad en la estructura productiva del país. Como se observa en el Gráfico 3, de acuerdo con la teoría económica, se presenta una alta correlación entre la productividad con los ingresos sectoriales. Es por ello que la minería y la energía aparecen liderando esos dos indicadores mientras que la agricultura aparece en el extremo opuesto y la manufactura al medio. Los sectores como el de comercio y servicios se encuentran, también, hacia el lado de las actividades con menos productividad y remuneraciones. Son, por lo demás, los sectores donde se concentran la gran mayoría del universo de microempresas, de los independientes no calificados y del trabajo familiar no remunerado.

Si por el lado de la productividad y de los ingresos, la minería se encuentra en el extremo superior mientras la agricultura, en el opuesto; en materia de empleo involucrado sucede totalmente lo contrario. Más de un tercio de la PEA se localiza en dicha actividad pero con el nivel más bajo de ingresos/ productividad. Aquí se encuentra la explicación estructural de la persistencia de la pobreza e indigencia en nuestras áreas rurales, particularmente en los Andes.


Gráfico 3
Fuente: MTPE y ENAHO 2002
Elaboración: propia

El crecimiento del empleo formal, ¿qué significa?

Después de un prolongado interregno, tras la crisis recesiva de 1998 y que se prolongó hasta fines del 2001, el empleo en las empresas de más de 10 trabajadores comenzó a recuperarse, con elementos diferenciadores. El primero de ellos, concentrado en una expansión mayor del empleo en las provincias costeras –por el dinamismo de la agricultura de exportación- y en aquellas ciudades relacionadas con la actividad minera. Esta situación se mantuvo constante hasta fines del 2005 y, por ello, el empleo en Lima venía recuperándose pero a tasas inferiores que en el área urbana nacional.

En el 2006 se produce un cambio importante. El empleo en la capital continuó creciendo, pero con tasas superiores a las del resto urbano; situación que estaría siendo explicada por el creciente dinamismo de la demanda interna dados los mayores efectos multiplicadores que tiene ella en comparación con las exportaciones, más aún cuando estas no contienen mayor valor agregado.

Tal como se puede observar entre el Gráfico 4 y el 5, mientras la PEA ocupada ha crecido en el último año en un 4,3%, el empleo localizado en las empresas de más de 10 trabajadores, empleo formal para todo efecto, continúa creciendo a tasas que median del 7 al 8%. Esto estaría significando que el empleo en el sector informal de la economía –microempresas de sobrevivencia, trabajo independiente no calificado y trabajo familiar no remunerado- estaría creciendo a tasas menores a las de dicho promedio general. Esto podría marcar un punto de inflexión en términos de la calidad del empleo que se ha venido generando en los últimos 15 años. El empleo en las empresas formales estaría recuperando una mayor participación en la estructura del mercado laboral pero reconociendo que dicha tendencia no es sinónimo, necesariamente, ni de empleo adecuado ni decente, en términos del concepto acuñado por la OIT


Gráfico 4


Gráfico 5


















Fuente: MTPE, IEM varios números
Elaboración: Propia


A comienzos del 2006, se ha recobrado el índice de empleo que hubo en diciembre de 1997. Al término del primer trimestre del 2007, dicho índice se encontraba 10% por encima de dicho nivel lo cual estaría reflejando un cambio en la tendencia de los noventa. Sin embargo, en tanto que el empleo en este sector, el moderno, se redujo drásticamente como secuela de la hiperinflación, recesión y ajuste estructural, su participación en la estructura del mercado laboral no es tan fuerte como antes. En términos simples, si el empleo en el sector de las empresas de más de 10 trabajadores crece a una tasa del 5%, hoy sólo impactará 1% en el crecimiento del empleo total del país. Y como se observa en el Gráfico 2, no hay una sinonimia perfecta entre empleo en empresas formales con trabajo decente


Gráfico 6

Fuente: MTPE, IEM, varios números
Elaboración: Propia

Como se ha observado, es importante que el empleo en el sector formal se recupere pero el crecimiento económico no es suficiente. Se requieren cambios legislativos para modificar el arreglo laboral que fue impuesto por la reforma laboral de comienzos de los noventa y que, a la fecha, no ha sufrido una modificación sustantiva. Y de otro lado, políticas explícitas de apoyo a la microempresa urbana y a la pequeña producción rural. Es necesario, de manera conjunta: mejorar la calidad del empleo en el sector moderno y aumentar la productividad de los sectores menos dinámicos. En ambos casos, la realidad ha demostrado que dejar al mercado la solución de dichos problemas es, simplemente, no solucionar nada.

La discusión de la Ley General del Trabajo y las resistencias ante ella de parte de la clase política - en el Congreso y en el Ejecutivo- y del poder económico son una indicación clara que sin una contraparte organizada de trabajadores que presione, por iniciativa propia del gobierno, no habrá modificaciones al ordenamiento laboral de los noventa. La debilidad en el actor, trabajador organizado, aparece como la explicación central ya que con una tasa de sindicalización que apenas llega al 8 -9% -cuando era del 44% en la década de los ochenta- el statu quo no va a sentir una presión social real para incorporar modificaciones en pro de un ordenamiento laboral más equitativo.

Lo que acontece con la discusión sobre la remuneración mínima es bastante elocuente. Un sector empresarial que no quiere aumentarlo, aduciendo que ello violenta los mecanismos de mercado y, de otro lado, que tal medida afectaría a las microempresas. El asunto es, si menos del 10% de asalariados sindicalizables tienen cobertura de negociación colectiva, el restante 90% como hace para que aumenten sus remuneraciones?

El Gráfico 6 estaría ilustrando la respuesta a dicha pregunta: no puede hacer nada (y las empresas, voluntariamente no estarían mejorando las remuneraciones de esos segmentos laborales)… y por ello el promedio general de sueldos y salarios no ha mejorado sus niveles previos a los de hace 11 años!

En suma, el crecimiento económico no bastaría para mejorar cualitativamente el empleo. Se requieren cambios legislativos: un nuevo contrato laboral, que concilie equidad con competitividad. Y este aspecto, requiere concentrar esfuerzos en el lado derecho del Gráfico que ilustra la distribución de la productividad sectorial. Si no se eleva la productividad de la microempresa urbana, de la pequeña producción rural, el empleo en su conjunto no logrará una mejora plena.

salario minimo en debate

SALARIO MÍNIMO: OTRA VEZ EL DEBATE

Pedro Francke (publicado originalmente el 2004)

Nuevamente se debate en el Perú el tema del salario mínimo. Hasta el momento, no hemos oído a nadie que considere que sean suficientes para vivir los 460 soles mensuales en los que está estancado el salario mínimo hace dos años y medio. Sin duda, ninguno de los críticos de aumentar el salario mínimo ha vivido nunca con esta cantidad mensual.

El debate central, sin embargo, se centra en los potenciales efectos de aumentar el salario mínimo sobre el empleo. Se afirma que un aumento del salario mínimo podría llevar a una pérdida de empleos, dado que supuestamente las empresas estarían menos interesadas en contratar trabajadores si tienen que pagarles más.

Hay dos formas de analizar este tema: viendo el efecto del aumento del salario mínimo sobre trabajadores o empresas individuales, y viendo su efecto macroeconómico, sobre el conjunto de la economía. Sobre los efectos de aumentar el salario mínimo sobre los trabajadores individuales, un estudio de José Carlos Saavedra analizó lo que sucedió con el último aumento del salario mínimo, de 410 a 460 soles en setiembre del 2003. Este estudio encontró que el aumento no generó una pérdida de empleos, ni siquiera entre los grupos que podrían estar especialmente afectados, como los jóvenes poco calificados. Desde esa fecha hasta ahora, la inflación ha sido de casi 6% y ha habido otro 3% de aumento de productividad de los trabajadores, de tal manera que puede afirmarse con bastante seguridad que, desde esta perspectiva, un aumento del salario mínimo del 10% no llevaría a que las empresas reduzcan sus puestos de trabajo.

Pero no hay que perder de vista el segundo efecto, el efecto macroeconómico. Porque si bien los salarios constituyen un costo para la empresa que los paga, por otro lado son también los ingresos con los cuales las familias van al mercado a comprar sus alimentos, su ropa, sus libros y demás. De tal manera que el aumento del salario mínimo haría que las empresas enfrenten una mayor demanda, lo que les permitirá aumentar su producción y, debido a ello, requerirán más trabajadores. Este efecto macreoconómico de mayor demanda, por cierto, no se limita al sector formal: también las pequeñas bodegas, los carpinteros de Villa El Salvador y los campesinos venderán más. Esta mayor demanda, a su vez, permite que las pequeñas y medianas empresas nacionales, avancen hacia nuevas tecnologías de mayor escala y aumente la productividad. En suma, al aumentar la demanda interna, el aumento del salario mínimo se constituye en un factor de progreso.

Este efecto depende de cuánto más capacidad de compra tengan las familias peruanas con el aumento del salario mínimo. Lamentablemente, el salario mínimo sólo afecta a las empresas formales, e incluso dentro de ellas a una pequeña parte de los trabajadores, porque la mayoría gana más que el mínimo. Por ejemplo, un aumento del salario mínimo a 500 doles afectaría a 360 mil trabajadores a nivel nacional, menos del 4% del total. Por ello, el aumento del salario mínimo debería ser parte de una política laboral dirigida a aumentar los salarios en general, para lo cual debería ir junto con asegurar derechos básicos de sindicalización y negociación colectiva a los trabajadores.

Evidentemente, el crecimiento económico no depende solamente de la demanda de los trabajadores, y es necesario preservar el equilibrio macroeconómico, ya que de lo contrario podemos caer en déficits externos o elevadas inflaciones que no le hacen bien a nadie. Pero en las condiciones actuales de la economía peruana, con un gran superávit en las cuentas externas, con un aumento moderado de la demanda (al que el aumento del salario mínimo favorecería) el crecimiento económico podría acelerarse fácilmente y sin riesgo.

Hay, desde luego, también un efecto social. Quien gana un salario mínimo está, muy probablemente, entre los pobres del Perú. Introducir mediante el aumento del mínimo un elemento de justicia social, en un país fragmentado y con alta conflictividad social, donde las diferencias entre los ingresos de los dueños de las empresas y sus trabajadores son abismales, es también algo importante.

La discusión del salario mínimo debe afirmarse en bases técnicas, pero que tomen en cuenta el conjunto de efectos que un posoble aumento tendría. Y debe incluir también consideraciones políticas, no en el sentido estrecho de cómo unos u otros se acomodan en el proceso electoral, sino en el sentido profundo de cómo la sociedad peruana va encontrando su equilibrio – económico y social – y su rumbo hacia el futuro. Todos estos elementos indican que un aumento significativo del salario mínimo sería positivo para el país.

¿SOGA O CABRA? ¿RENUNCIAR AL TLC O REESTABLECER DERECHOS LABORALES?

¿SOGA O CABRA? ¿RENUNCIAR AL TLC O REESTABLECER DERECHOS LABORALES?

Pedro Francke

La aprobación del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos está nuevamente en cuestión.

En Julio 2006, parecía segura la aprobación del TLC luego de que Alan García renegara de sus promesas electorales de borrar la firma de Toledo y renegociarlo en favor de los agricultores. Pero luego llegó un cambio en el congreso norteamericano, el Partido Demócrata ganó la mayoría, y ellos plantearon una nueva política de tratados comerciales. Este enfoque, influenciado por la central de los trabajadores norteamericanos AFL-CIO, considera que los derechos laborales deben ser defendidos en el TLC.

¿Porqué los derechos laborales son importantes en un tratado comercial? La cuestión central tiene que ver con la relación entre el comercio, la economía y los salarios. En los últimos años, como parte la globalización, las empresas trasnacionales han reaccionado trasladando la producción que no requiere alta tecnología hacia los países donde los salarios y derechos laborales son más bajos. Así reducen costos. Por eso en todo tipo de productos vemos el letrerito “made in China”, ya que es en China donde hay muchos trabajadores con mínimos salarios. A su vez, empresas ubicadas en países con derechos laborales mayores han empujado a sus trabajadores a aceptar menores remuneraciones y a los gobiernos a reducir los derechos laborales, bajo la amenaza de trasladar las fábricas a otros lugares. Todo esto ha permitido elevar las ganancias de las empresas, ya que mientras menores son los salarios, mayores utilidades pueden lograr los capitalistas.

Al mismo tiempo, los avances tecnológicos, que permiten controlar la producción futura, es donde los países desarrollados siguen concentrando sus esfuerzos. Sus empresas multinacionales desarrollan investigación con fuerte apoyo del estado, lo que les permite mantenerse a la vanguardia del cambio tecnológico mundial y obtener altas ganancias.

Esto es lo que ha llevado a tantas críticas y resistencia a la globalización: que los salarios se estancan o retroceden mientras las ganancias y los sueldos de los gerentes suben por ascensor. Eso pasa en el Perú y pasa también en los Estados Unidos. La causa son estas condiciones establecidas por la globalización y los TLCs, que quitan posibilidades a los trabajadores de defender o ampliar las leyes orientadas a una mejor repartición de la riqueza y a establecer condiciones de trabajo y seguridad social que mejoren la vida de los trabajadores.

Es por eso que la discusión abierta por los demócratas en EEUU, en relación a los derecho laborales en los TLCs, es central. La cuestión es si el comercio mundial seguirá promoviendo una “competencia hacia abajo” en los salarios y derechos laborales, en la que cada país y empresa busca mejorar sus posibilidades de competencia reduciendo sus costos laborales. O si, por el contrario, se busca una reorientación de las reglas internacionales de comercio para asegurar a los trabajadores, en todo el mundo, derechos laborales básicos, y promover que la competencia entre las empresas y países sea por mejoras en tecnología y organización de la producción.

Luego de que los demócratas lograron mayoría en el Congreso, impusieron sus condiciones sobre el gobierno de Bush. De esta manera es que se han planteado las enmiendas al TLC, que incluyen una mejor defensa de los derechos laborales, aunque no modifican los problemas que el TLC traería al Perú por empobrecer a los agricultores y campesinos con la competencia desleal de sus productos subsidiados.

El gobierno de Alan García aceptó las enmiendas propuestas por los Estados Unidos sin plantear renegociación alguna, continuando con la política del “sí o sí” de Toledo. Pero ahora están en una encrucijada. García y sus ministros pensaron que podrían firmar cualquier cosa y luego seguir con la política de mantener services, despedir a quienes quieren sindicalizarse, frenar las negociaciones colectivas y mantener a los trabajadores sin derechos. Los congresistas demócratas han resultado no ser tan tontos. Como muchos en el Perú, no le creen a Alan García, y quieren ver antes de creer. Quieren que se aprueben las reformas a las leyes laborales antes de que ellos aprueben el TLC. Y eso es lo que a este gobierno, tan amigo de la Confiep, no le gusta. Por defender la política anti-laboral, los empresarios están poniendo a su adorado TLC en la picota. Todavía no se han dado cuenta. Pero el tiempo de decidir se acerca: ¿soga o cabra?

OBREROS POBRES, PAPEROS POBRES

OBREROS POBRES, PAPEROS POBRES

Pedro Francke

Una de las razones fundamentales por las que el precio de la papa en Andahuaylas, en Ayacucho y en el resto del país está por lo suelos, es que los obreros peruanos se encuentran empobrecidos.

Un obrero limeño gana, en promedio, 970 soles mensuales, lo que no alcanza para sacar de la pobreza a una familia de cinco personas. En los últimos 10 años, los salarios prácticamente no han aumentado en términos reales; se han quedado en el deprimido nivel que los dejó la hiperinflación y el fujishock. El crecimiento definitivamente no ha “chorreado” a los trabajadores. La capacidad adquisitiva - la posibilidad de comprar - de los obreros y empleados peruanos, es mínima y no aumenta.

Pero, ¿qué tiene que ver esto con los paperos de Andahuaylas? Pues que los que compran papas son sobretodo las millones de familias que viven estirando cada mes su salario para sobrevivir, incluyendo el pago de las cuentas de agua y luz, la compra de medicinas que el hospital público no le da gratis y los útiles y uniformes para mandar sus hijos al colegio. Como esas familias trabajadoras no tienen más ingresos y sí más presión por realizar otros gastos, no pueden comprar más alimentos. También están, es cierto, los ambulantes e informales. Pero ¿de dónde sale el dinero de esos ambulantes? Pues de lo que los trabajadores les compran. Si los trabajadores no tienen más salario, los ambulantes tampoco venden más y no pueden comprar más alimentos. Debido a ello, el déficit calórico (una medida de sub-alimentación) de las familias urbanas aumentó de 26% a 29% en el 2004.

Ante la falta de compradores, el precio tiene que bajar. La falta de capacidad de compra y de demanda de los trabajadores urbanos deprime el precio de la papa y demás alimentos nacionales. Además, en la última década los campesinos han sido exitosos en aumentar la productividad de sus chacras, con el paradójico efecto de deprimir aún más los precios, porque generan una mayor producción que no tienen donde colocar. Así, la pobreza urbana se trasmite al campo y frena su desarrollo.

La falta de demanda urbana, por cierto, no es la única razón por la que los paperos están arruinados. Los enormes subsidios que las grandes potencias económicas mundiales otorgan a su agricultura, abaratan los alimentos importados y generan otro efecto que deprime los precios de los productores agrarios. Un TLC mal negociado –como denunció esta semana Conveagro-empeoraría esta situación. Otra razón es la falta de carreteras hacia la sierra y los problemas en la comercialización, que hacen que la diferencia entre el precio que se paga en Lima y el precio que recibe el campesino sea grande. Pero la falta de demanda por parte de los trabajadores urbanos es un elemento fundamental.

El destino económico de los productores de tubérculos, verduras y demás productos agrarios que no se exportan, depende de la demanda de las mayorías trabajadoras. Si los ingresos de esos trabajadores están deprimidos, el precio de la papa también lo estará.

La alternativa sostenible a los problemas de los campesinos paperos empobrecidos, no son las compras estatales. Esa es una solución de emergencia. La verdadera solución radica en mejorar los salarios urbanos, reestableciendo condiciones de justicia en las relaciones laborales hoy caracterizadas por una completa dominación patronal.

NUEVE RAZONES EN FAVOR DE REESTABLECER DERECHOS LABORALES MEJOS SUSTENTADAS

1. Porque mientras las ganancias de las grandes empresas han engordado enormemente, los salarios no han crecido. Es indispensable que los beneficios del crecimiento económico lleguen a las mayorías, y para que los salarios aumenten los trabajadores deben poder organizarse y negociar colectivamente.

2. Porque la productividad de las empresas ha aumentado en los últimos años, con lo que cada pantalón u onza de oro que producen les cuesta menos en mano de obra: pueden aumentar los salarios sin perder competitividad.

3. Porque buscar competitividad en base al “cholo barato” no logra el desarrollo de ningún país. Los salarios no pueden seguir bajando, y recortar vacaciones sólo aumenta la competitividad temporal y limitadamente. Lo que se necesita es un aumento permanente de la productividad en base a tecnología y eficiencia.

4. Porque si aumentan los salarios, los trabajadores comprarán más a las pequeñas empresas y la agricultura, con lo que se generará más empleo y se promueve su desarrollo tecnológico.

5. Porque trabajadores manejados al miedo están obligados a trabajar duro, pero pierden la motivación para cuidar la calidad de sus productos o buscar mejoras en la empresa. Hay que pasar a nuevas relaciones laborales donde se compartan las ganancias de productividad.

6. Porque trabajadores que pueden ser despedidos cualquier día sin razón alguna pierden la motivación para capacitarse.

7. Porque la inexistencia de derechos laborales impide una integración sana con el mundo, razón por la cual los congresistas demócratas se resisten a la aprobación del TLC en los Estados Unidos.

8. Porque es doloroso que, cuando nuestro jefe nos explota o maltrata, no podamos reaccionar y debamos tragarnos sus abusos, dejándonos un sentimiento de impotencia.

9. Porque el Presidente García lo prometió durante su campaña; en particular ofreció terminar con los services y un pago justo por las horas extras.

La Ley General de Trabajo debe discutirse en el Congreso de la República, reestableciendo los derechos de los trabajadores a poder sindicalizarse, negociar un pliego de reclamos y no ser despedidos por el sólo hecho de levantar la cabeza. El diálogo entre trabajadores organizados y empresarios debe ser promovido. El Partido Aprista debe cumplir sus promesas electorales a este respecto.

AUMENTO DE SALARIOS Y DESARROLLO ECONOMICO

AUMENTO DE SALARIOS Y DESARROLLO ECONOMICO

Pedro Francke

En el debate de la Ley General del Trabajo, el neoliberalismo económico sostiene que hay que reducir los costos que representan los trabajadores. Ya sea eliminando la CTS, recortando las vacaciones y gratificaciones o manteniendo a los trabajadores sin derechos básicos para que no pueden sindicalizarse o reclamar nada. Plantean que sólo así se atraerá inversión.

Pero los sueldos y salarios no son sólo un costo. Sustentan la demanda y son un aliciente para el trabajo y la productividad.

Cómo hay millones de trabajadores, es su gasto de todas las semanas en alimentos, ropa, transporte o diversión lo que permite que miles de empresas y millones de informales hagan negocio o se ganen la vida. Son los trabajadores los que compran alimentos en el mercadito o en la bodeguita de la esquina, gastan en ropa en Gamarra y compran ladrillos y cemento para mejorar su casa. Gracias a ellos, el bodeguero y el agricultor tienen su ingreso y la ladrillera vende y puede contratar más trabajadores. Gracias a ellos, el agricultor puede pensar en producir la próxima temporada sembrando algunas tierras más o usando mejores semillas y la ladrillera puede invertir en otro horno de producción. Son los sueldos y salarios los que sustentan el mercado interno del que viven y en el que se desarrollan las pequeñas y medianas empresas. Pero en los últimos años los salarios no han aumentado, por lo que el espacio para las pymes se ha mantenido reducido y les es más difícil progresar. Y son esas pymes las que generan la mayor parte del empleo en el Perú.

Los sueldos y salarios son además un aliciente para el trabajo. Los peruanos trabajamos arduamente y muchas horas. Los empresarios usan una herramienta fundamental para asegurar nuestro esfuerzo: el miedo. Miedo a ser despedido y perder el trabajo, que es tan difícil de conseguir. Miedo al desempleo. El miedo funciona para las tareas básicas, pero no funciona cuando se trata de buscar nuevas ideas para aumentar la productividad, de aportar al trabajo en equipo para solucionar problemas difíciles, de estar a la vanguardia en tecnología e innovación. Para eso hay que ganarse el corazón de los trabajadores, y para ello es necesario reconocer sus derechos y compartir las ganancias de productividad. Es necesario también asegurar una relación de largo plazo entre empresa y trabajadores, para que estos se capaciten más.

Los derechos laborales, incluyendo la sindicalización y la negociación colectiva, son básicos para la democracia pero pueden también ser un punto de apoyo al desarrollo económico. La Ley General de Trabajo debe responder a ello.

ACUERDOS COMERCIALES Y DERECHOS LABORALES

¿PORQUE EN EL TLC SON TAN IMPORTANTES LOS DERECHOS LABORALES?
Pedro Francke

¿Por qué los derechos laborales son importantes en un tratado comercial?

Por los efectos negativos que el comercio puede tener sobre los salarios y condiciones de trabajo si no hay una regulación adecuada. Los tratados comerciales son presentados como una oportunidad para vender al otro país lo que podemos producir con mayor facilidad, lo que en economía se llaman ¨ventajas comparativas¨. Pero la globalización comercial ha tenido también otras consecuencias. Las empresas multinacionales han reaccionado ante esta nueva situación trasladando la producción que no requiere alta tecnología hacia los países donde los salarios y derechos laborales son más bajos. No por gusto se lee ¨made in China por doquier. También han empujado a los trabajadores a aceptar menores salarios y a los gobiernos a reducir los derechos laborales, bajo la amenaza de trasladar los empleos a otros lugares. Gracias a ello sus ganancias se han elevado tremendamente.

Al mismo tiempo, los países desarrollados siguen concentrando los avances tecnológicos, que les permiten mantener a sus empresas como las dominantes en el mundo, y con los TLCs refuerzan las leyes de propiedad intelectual para obtener mayores ganancias por sus nuevos inventos.

Esto es lo que ha llevado a tanta resistencia a la globalización: que los salarios se estancan mientras las ganancias empresariales y los sueldos de los altos ejecutivos suben por ascensor. La causa son estas condiciones de competencia ampliada al espacio mundial, establecidas por la globalización y los TLCs, que quitan posibilidades a los trabajadores de defender leyes orientadas a una mejor repartición de la riqueza, condiciones básicas de trabajo digno y seguridad social para las mayorías.

Es por eso que la discusión abierta por los demócratas en EEUU en relación a los derechos laborales en los TLCs es fundamental. La cuestión es si el comercio mundial seguirá orientándose a promover una ¨competencia hacia abajo¨en los salarios y derechos laborales, en la que cada país y empresa busca mejorar sus posibilidades de competencia reduciendo sus costos laborales. O si, por el contrario, se busca una reorientación de las reglas internacionales de comercio para segurar a los trabajadores, en todo el mundo, derechos laborales básicos, y la competencia entre las empresas y países se basa principalmente en mejoras en tecnología y organización de la producción.

Para quienes lo fundamental es la reducción de la pobreza y la mejora de las condiciones de vida de las mayorías, es indispensable nuevas reglas para el comercio internacional que defiendan los derechos de los trabajadores.