viernes, 17 de agosto de 2007

¿SALARIO MÍNIMO “VITAL”, O MORTAL?

Armando Mendoza

Salario Mínimo Vital: 30 años de desbarajustes


Para darnos una idea de la forma en que en el Perú han evolucionado los ingresos de los trabajadores, tenemos que considerar como el Salario Mínimo Vital se ha comportado en los últimos 30 años.

Los resultados son verdaderamente escandalosos. El Salario Mínimo Vital que hoy perciben los peruanos es apenas una fracción de lo que sus padres y abuelos percibían. Así, al año 2007 el Salario Mínimo Vital es menos de la cuarta parte de lo que era a inicios de los años 70.



Esta deteriorada evolución del Salario Mínimo Vital no hace más que expresar una amarga verdad: que las políticas de sucesivos gobiernos no se han jugado por defender los ingresos de los trabajadores, sino que por el contrario, han optado por cargar sobre las espaldas de estos, los costos y perjuicios de las crisis y recesiones económicas que hemos padecido durante las últimas décadas. Así fue en los años 70, 80 y 90 durante las crisis económicas que padecieron sucesivamente los gobiernos de Morales Bermúdez, Belaunde y Alan García.

También fue así, durante el primer gobierno de Fujimori (1990-1995) con el brutal “fujishock” del año 1992 cuando se cargo a los trabajadores un brutal desembalse de precios realizado sin ninguna previsión de protección social, arrojando a millones de peruanos a la pobreza. Fue en esos años de desesperación, cuando el Salario Mínimo Real toco fondo.

Sin embargo, lo que ha sucedido desde entonces ha sido un fenómeno aún más escandaloso: La economía peruana se ha recuperado y crecido de manera sostenida durante los últimos años. Los ingresos y ganancias de las empresas se han multiplicado. Sin embargo, el Salario Mínimo Vital apenas ha crecido, y hoy sigue prácticamente estancando en el mismo nivel que tenía hace diez años.
Ello significa que para miles de trabajadores la actual bonanza de la economía es un fenómeno ajeno, que pasa de largo sin beneficiarlos, pues ven a sus empleadores y patrones cada vez más ricos, pero que no ven su propia situación mejorar.

De esta forma, la evolución del Salario Mínimo Real en el Perú desde el año 1900 resulta desalentadora en comparación a la de países vecinos. En efecto, mientras en los últimos 15 años el valor del Salario Mínimo Vital en Argentina y Bolivia se ha triplicado y en Chile se ha duplicado, en el Perú apenas ha aumentado en un 50%, crecimiento insuficiente si lo comparamos con el crecimiento del PBI nacional y de los niveles de ingresos de las grandes empresas.



Nuestro país se encuentra, así a la cola de la región en el nivel del Salario Mínimo, puyes actualmente este apenas equivale a US$ 155 dólares mensuales, en tanto que muchos otros países del área, como Chile (US$ 255 dólares), Venezuela (US$ 238 dólares) o incluso Ecuador (US$ 170 dólares mensuales) tiene salarios mínimos superiores, incluso aunque sus economías no han crecido de la forma que lo ha hecho la del Perú.





Los argumentos contra el Salario Mínimo


Durante años, los sectores de la derecha económica y política se han opuesto sistemáticamente a todos los intentos por incrementar el Salario Mínimo, exponiendo para ello diversas razones.

Un argumento que a menudo se ha empleado para justificar la situación deprimida del Salario Mínimo Vital, es que este no importa realmente, pues apenas una fracción de la población trabajadora efectivamente percibe el salario vital. Según este argumento, la enorme mayoría de la población trabajadora se divide en dos grupos

- Aquellos que perciben ingresos muy por encima del Salario Mínimo, por lo que este no les sirve como referencia para fijar sus remuneraciones
- Aquellos que pertenecen a empresas informales y tienen remuneraciones por debajo del Salario Mínimo, por lo que el que este suba o baje tampoco les afecta

Bajo esta óptica neoliberal entonces el Salario Mínimo Vital resulta superfluo: un elemento que no sirve de referencia al mercado laboral, que esta desfasado y que no puede servir para orientar las negociaciones entre los trabajadores y los patrones. Con este argumento, entonces el que el Salario Mínimo aumente no tiene mayor importancia.

Pero además a este argumento, se le agrega otro aún más pernicioso: que el Salario Mínimo Vital actúa como barrera para la formalización de las pequeñas y micro empresas informales, las cuales desean regularizar la situación de sus trabajadores, pero que son incapaces de garantizar el pago del Salario Mínimo. Bajo este otro argumento, entonces incrementar el Salario Mínimo resulta incluso dañino, pues hace más difícil la formalización de las empresas, marginándolas a subsistir en la informalidad.

Es con estos argumentos que los sectores vinculados a los grandes intereses económicos se han opuesto y aún se oponen a las propuestas para incrementar el Salario Mínimo, agregando asimismo un tercer argumento: que un alza de este significaría mayores costos para miles de empresas, forzándolas a la recesión y a la quiebra. Así, el Salario Minimo resulta siendo un instrumento perverso que hace daño y perjudica a los trabajadores.

La realidad: necesidad del Salario Mínimo


Los argumentos que los grupos de poder emplean contra el salario mínimo son -en realidad- argumentos carentes de sustento, que apelan a mantener un esquema de concentración de la riqueza que ha profundizado las brechas entre ricos y pobres.

En efecto, aunque sólo parte del mercado laboral fija directamente sus remuneraciones en función al nivel del Salario Mínimo Vital, este es un importante elemento de referencia que permite a los trabajadores tener una idea de cuanto deberían de solicitar que se incrementen sus remuneraciones, dándoles una herramienta fundamental para negociar sus reivindicaciones laborales adecuadamente.

En segundo lugar, el alegato de que el Salario Mínimo Vital constituye una barrera para la formalización de las empresas, es un absurdo. Si hay empresas que no pueden formalizarse debido a los altos costos, entonces lo que el Estado debe hacer es establecer regimenes especiales que reduzcan los gastos de estas empresas en diversos rubros, por ejemplo, su pago de salarios, tarifas de servicios públicos, licencias de funcionamiento, etc. Pero lo que no se puede pretender es asumir que a los trabajadores de estas empresas hay que seguirles pagando sueldos de hambre para que estas empresas puedan formalizarse.

Pero también es falso el argumento de que incrementar el Salario Mínimo Vital provocara un caos económico, al elevar los costos de las empresas, disminuyendo su competitividad. Lo cierto es que en los últimos años los ingresos de las empresas se han multiplicado exponencialmente, con lo que sus márgenes de utilidad se han expandido. Sólo por citar un ejemplo, entre los años 2001 y 2004 las utilidades de las empresas que cotizan en la Bolsa de Valores de Lima se han multiplicado por nueve, pasando de S/. 680 millones en el 2001 a nada menos que S/. 6,316 millones para el 2004. ¿Y el Salario Mínimo?, apenas aumento en dichos años.

Más aún, considerando que la rentabilidad de las grandes empresaseruanas en el año 2005 ha sido inclusive superior a la de las grandes empresas de Estados Unidos , resulta evidente que bajo estas condiciones resulta inaceptable que sólo los propietarios de las empresas se beneficien de esta mayor prosperidad, en tanto los ingresos de los trabajadores continúan congelados.




Defensa del Salario Mínimo Vital: derecho y necesidad


La conclusión es clara: el Salario Mínimo Vital en el Perú se ha mantenido deprimido por muchos años como resultado de políticas laborales que han privilegiado los intereses del capital frente a los del trabajador. Esta situación, no sólo resulta injusta, sino que además es irracional e insostenible, pues atenta contra un adecuado desarrollo de nuestra economía, al perjudicar y deteriorar la situación de la fuerza de trabajo, que es realmente el elemento clave de la producción. Maquinas, insumos, etc., todo eso, puede suplirse o compensarse. Pero ¿Qué o quién puede compensar al trabajador?.

Las economías de los países más desarrollados se construyeron manteniendo al trabajador anquilosado y sobreexplotado, sino más bien a partir de un proceso de mejorar progresivamente la situación de este trabajador, con mejores salarios, mayores beneficios laborales y crecientes derechos. Es así, como estos países construyeron una fuerza de trabajo eficiente y productiva, que les permite una enorme ventaja competitiva.

Aquí en el Perú, hemos caído en la fantasía de creer que con el “cholo barato” podremos acceder al desarrollo sostenible y que nos convertiremos en una potencia económica en base al uso de mano de obra mal pagada y mal tratada. Que absurdo, que estupido pensar que algo así pueda ocurrir, y que lamentable que hayan sectores económicos y políticos que defiendan así el abuso y la injusticia. Es hora de que los peruanos abandonemos ese concepto equivocado y emprendamos una autentica reforma laboral una de cuyas principales bases tiene que ser el mejorar el Salario Mínimo Vital como paso fundamental para devolverle la dignidad al trabajador peruano.

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